“Cultiva ¡Oh labrador! El olivo, que es grato a la paz”

Las aguas de los ríos tienen su fuente,
de donde revientan sus aguas,
de donde se desbordan,
fluye y se expande su caudal.
Los árboles tienen raíces,
El mar un fondo,
El llanto un manantial.
El aceite tiene una luz
que alimenta e ilumina al hombre.
El grano enterrado busca siempre la luz

De Libre Albedrio

Podemos curarnos a través del alimento puro que la tierra nos ofrece o embrutecernos con sucedáneos de la muerte, como productos inertes sin raices ni cielo, carentes de luz y nutrición. Somos libres de escoger
La inercia sólo nos responderá con indiferencia y sufrimiento.

Existe una bondad interna de los alimentos y no siempre será algo evidente en su apariencia. No somos máquinas estupisdas sino seres vivos. El aceite es lo más semejante a la grasa del cuerpo humano vivo. Por tanto es vida.

Hermoso olivo, eterno amante de almas amadas!

El pozo fuente de alimento

Las fibras y raices del Olivo descienden hasta el interior de la tierra para extraer el agua.

Las ciudades mudan, las máquinas cambian de forma y de material pero el pozo siempre tendrá la misma forma desde tiempos inmemoriables. Simboliza la necesidades básicas del ser humano e independientes de cualquier idea política. La vida humana antes de nada necesita agua. El agua es vida y no dismunuye ni aumenta sino que existe por sí misma y para todos los que lean estas letras.

Debemos volver a los fundamentos de la vida para ser felices. La ordenación superficial de la vida nos deja insatisfechos y vacíos. Nos entrega al abisno del cemento y de las piedras muertas que no preciosas. Las necesidades más profundas son las vitales.

El pozo es un fuente inagotable de vida, igual que la semila que nos habita y que habita a la arbequinita. Es un punto de luz infinito. De ese origen nace todo. Apenas debemos retornar para reencontarlo.

Las mejores aceitunas dan pobres resultados si son maltratadas o mal prensadas