Ayer leía una declaración de Eduardo Punset que decía que la felicidad es la ausencia de miedos y, la belleza, la ausencia de dolor. A pesar de que ciertas dosis de temor y de sufrimiento nos hacen crecer, llegados a un determinado punto, cultivaremos nuestra propia medida, con coraje y humildad. Olvidando todo aquello que nos hizo padecer, encontraremos quizas un nuevo camino, que se asemeje al recorrido de la espiral.
jueves, 28 de enero de 2010
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